Se robaron a sí
piel de memoria
y también a si mismos
luz de lunas
y creyeron que así
no habría dudas,
de que ellos eran dos
en una sola forma.
Se fueron despertando
lentamente
vestidos con sus galas
de domingo,
abrazaron sus cuerpos
dulcemente
y se dejaron ir
hasta la muerte.
Al poco regresaron y esta vez
se vistieron sin luces,
sin ruidos, ni dobleces.
Fue esta vez con ropajes
de caminos
y al alzarse del lecho
se encontraron
frente a frente
mirando sus destinos,
que en un silencio agónico
se habitan … en cuerpos atrevidos.
Uno de los poemas que componían el trabajo que presenté a los premiso del Grupo Numen. Y con el que he ganado uno de los premios.
Enhorabuena, el poema se merecía ese premio. Un abrazo.
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