domingo, 17 de agosto de 2008

Los días callados ...


Se arremolinan turbios los vientos en la amanecida.Cada beso, distante del otro, como desconocidos.
Un saludo sin sueños, sin compañía ... un saludo de visitante incierto que pisa una piel sin darse cuenta, de que algún tiempo atrás era suya.
Al paso de las horas se ha saturado el día, de suspiros sin término. Algunos ya escondidos en segundos pasados de un Sol de mediodía. Incompletos y aún así tenaces, intentan acerarse a la boca que otrora tuviera su sonrisa ... ¡ y no ! .
Ya no vive esos labios dulces. Está de recogida, oscureciendo el tiempo que tuvo dos palabras, dos manos, dos lágrimas ...
Dos "yo" y dos "tu", que sabían unirse.
¡Y vivirse ... y morirse...! perdiendo la distancia que dibujaban otros para ellos.
Miraban hacia el frente, andando en el camino de las lunas tranquilas, soñando con sus huecos de pasiones, robándole a los días mil momentos, donde habitaban prestas mil palabras que vestían sus almas, sus pasos, su loca piel de cuerpo descubierto ...
Pero ahora ya no. Ahora los días se han callado. Y van sobreviviendo de minuto a minuto, en silencios que buscan algún atenuante que les quite la culpa.
Culpables de olvidarse de otros días.
Culpables de esconderlos en rutinas vacías.
Culpables de no dar ese paso tan pequeño ... que renueva la vida.
Ahora no son dos.
Ni son días de ruidos compartidos, de lunas con luces de colores, de sangre en cada beso y en cada despedida...
Ahora ya no son.
Sólo quedan, casi como obligados, restos de días callados... sentados en el aire de suspiros perdidos.
Silencio.
Silencio ...
Ahora se notan los días muy callados ... ¡ días con frío !.

sábado, 2 de agosto de 2008

Un abrazo perturbado.


En la libertad del sueño despertado, detrás de la locura, se van abriendo pasos de luz que no saben llegar, sin la guía prudente de la voz, que en la memoria fue arrastrando lenta y dulcemente, el cuerpo enajenado y roto por tercas disciplinas, hacia los cielos de azules y rojizos, que reclaman la risa, y no la perdición de un rencor maldito y malicioso, jugando a sonreir, mientras tira sus dardos al oscuro vacío de palabras absurdas y gestos displicentes. Avanzando en silencio, se pierde en la nostalgia, el rumor de quien fue un día, no muy lejano, y se quedó en "sus momentos" , de cómodos reflejos de espejos sin azogue, que pudieran devolverle la mirada y que así no existiera el reproche de luces dibujadas sin caricias. La prudencia, que nunca ha coexistido entre sus manos, ni ha rozado sus largos años de lenta inmadurez la llevan al borde de tener que estar sujeta a un sueño provocado, del que ya no regresará sin ayuda del abrazo perturbado de la triste realidad que convive a su lado. No siente sus pecados, ni sus injurias. No existe un valor de actitudes o desmanes que se suceden sin límite , destapando inseguridad urbana. ¡El refugio: la casa!. Alguna compañía que sigue sus razones, absurdas e irracionales, que no saben sostenerla en su equilibrio, de luces y de sombras. Vistiendo de soledad su vida, la distancia se agranda con cada brote de estupidez agresiva, al sentirse tan pequeña. ¡Una ayuda más!. ¡Tan sólo otra ayuda hoy !. Ya mañana , quizá ... ¡pensaré el resto!. Su "mañana", varia con el rostro de una idea obsesiva o el desencanto de su despertar en la locura encubierta , en la que se acuna cada noche. La libertad ... su libertad ... vive en el sueño, que va partiendo la noche para ella.