domingo, 23 de junio de 2013

Hada de San Juan...




Intentando despertar me encontré que aún no había dormido, y por San Juan, las luces de las hogueras me llamaban con tanta insistencia que no tuve más remedio que acercarme.

Las luces rojas y azuladas estaban mirándome despacio, como si los colores tuvieran algo que contarme.
Poco a poco mis pies caminaban en un paseo dulce sobre la arena de aquella playa.
                                                                                       
La languidez del agua, ese mar de oscuro azul y plata, me iba rodeando, mientras el fuego cantaba sus prédicas y me envolvía en un sueño, que había perdido hacía ya un tiempo. Me deje llevar y amanecí tumbada en los rastros y las pequeñas brasas que aún besaban la playa.

Noté que mi cuerpo ya no era el mismo. Sentí la magia entre los dedos, y mis manos supieron que cada roce, ya no sería el mismo. ¡Se habían convertido en 10 varitas mágicas!. Un regalo precioso, para el regreso hasta el mundo donde me guardo cada día.

Desde hoy ya sé que estoy en el camino. Una pequeña hada desteñida, buscando el lugar donde saber que existe, en un papel ... en un beso ... en una caricia traspapelada ... en una mirada que acompaña ...
En algún momento, cuando pueda moverme sabiendo más cosas, subiré de categoría y podré ser ... ¡ Un hada !. De momento escribo para encontrarme entre las nubes que sobresalen y me observan, para dulcificar mis días. Sólo estoy rastreando mi destino.

Un hada desteñida
ausentada en los ojos,
que ya no respiraba
los sueños de dulzura.
Un hada enloquecida
vestida de misterios
con brotes de locura
encerrada en sus cuentos.
Ilusiones dispuestas
al borde de las manos,
rompiendo los sonidos.
                                   
Augures preferidos
por cartas embrujadas,
recortes de palabras
sobre papel vencido.

Un hada que se esconde
en la vereda estrecha
de los árboles viejos
que escuchan sus gemidos.
Un hada que ha perdido.
Un hada que regresa.

Gracias por lo guardado.
Gracias por lo vendido.

lunes, 17 de junio de 2013

Ahora... el silencio



De todo lo salvable, sólo quedó el silencio.

Quizá porque entre su líneas sordas eramos nosotros realmente.
Cuando nos descubrimos nos hablaban palabras, la piel, los besos... todo en nosotros, quería contar algo de nosotros.


Ahora ya no hay fuerza para saltar barreras y rozarnos enteros, como entonces.
Ahora es el silencio. De una forma tan rara va uniendo cada día donde aún nos vivimos en una misma casa, en una misma mesa, en una misma cama.

Y todo es el silencio.
¡ Qué no medie palabra de un cuerpo hasta otro cuerpo, que ya no lo entendemos !

Un idioma cansado se apoderó del hueco de los labios y ya si nos hablamos, la boca nos silencia las ideas antes de que se esparzan en el aire con el que respiramos.

Ahora es el silencio, ya lo dije.

Un silencio... del que no me arrepiento.

domingo, 9 de junio de 2013

Rutina...



Cambiaría algo.

Desde que he despertado, me he dado cuenta de que este es uno de los finales que no tenía para mi historia.

Fuimos dos, para pensar como dos y sentir como dos, pero los días pasaron y la rutina mandó a sus armas a medir nuestras fuerzas.
Ganó ella, a pesar de los miles de esfuerzos que hicimos para que su trabajo no prosperara.
Ganó ella, porque no supimos hacer de sus ideas locas nuestras posibilidades de saltar al vacío sin su compañía.
Ganó ella y nos dejó a cada uno con un hueco de ojos y de besos perdiéndose entre la piel que ahora se marchitaba deprisa, sin nuestra sombra respirando entre sus costuras.
Ganó ella y ahora creo que ya no hay remedio para estas lágrimas tan torcidas de no tenerte cerca, ni para este dolor tan agarrado al pecho que me hiere la vida, cada vez que te pienso.
Ganó ella para que no te acuerdes de mi nombre nunca, porque si lo dijeses en alto te sabría muy cerca y tú me tendrías dentro de tus sueños.
Ganó ella, por eso cambiaría algo que hiciese que existiese algún regreso... y nunca este final que está acabando con mi historia. 

sábado, 1 de junio de 2013

Nunca fue amor...



Nunca fue amor, sólo un capricho. Ansia de dulce y locura, dentro de una voz que se había colado en los oídos. Un esperanza cambiada a una realidad que en su tiempo fue un sueño, que se convirtió en esa dicha de saber que existes para alguien... pero nunca fue amor.
Fue un salto al vacío, anidar en el abismo buscando un lugar en ese precipicio de piel sujeta a otra piel que duerme tus caricias. Crisálidas que despertaban a las sensaciones que estuvieron escondidas por tantas circunstancias adversas.
Miles de brotes de roces que eran saludos y despedidas cada vez que se abrazaban los encuentros. Almacenes de un lujo de sentidos, en dos claras lunas tan oscuras que estaban predestinadas al encuentro.
Nunca fue amor, pero así lo vivimos, desde que nos nació esta vida de compartir los días y las noches, de esa manera consentida y a la vez peligrosa que nos ha llevado hasta ahora. Un suspiro desalentado nos está aprisionando las palabras, la voz que fue protagonista, la iluminada ternura con ese toque amargo que hizo que la unión fuera aún más asentada entre nosotros, al venir de desechos de algún amor, que destruyó lo que algún día quiso ser un amor.
Nos duelen las miles controversias, la inadaptación, la saliva gastada en besos nunca dados, los silencios y a veces también las palabras que habría que dejarlas que volaran para llegar al borde de los labios contrapuestos.
Quisimos que así se sostuviera y cayó en un derrumbe al paso de los años, sin darnos cuenta apenas. Lo dulce, se hizo amargo, las manos se alejaron, los besos se olvidaron de que un día hubo bocas que estaban esperando.
Se formó la cordura para aplastar cada pequeña idea con trazos de locura que entraba en rebeldía y se dejaba resbalar al lado de unos corazones que no latían juntos hace tiempo.
Se vistió la pasión con una seda rota y no dejó que hubiera más acuerdos de dormir solamente con una piel vibrante que quería percibir el sudor, las caricias, la placidez después de ser tan sólo uno, en un sólo momento.
Nunca fue amor, pero así lo vivimos hasta este último espacio donde nos acabamos la paciencia y regresamos a una soledad, que hizo que de repente nos perdiésemos en un vacío extraño que volvió a unirnos, en una vida distante sin disciplina alguna, que nos va interviniendo las noches con plácemes y parabienes de cada luna errática, que son las que aún nos abrazan y siempre, siempre insisten en no dejarnos solos... aunque nunca fuera amor lo que siempre sentimos, entre nosotros dos.