jueves, 30 de agosto de 2012

Otra vez en casa ...






Me partiré entre gritos
y quejas de dolores,
y lágrimas vacías
que no tendrán respuesta,
como otras tantas veces,
que se creyó la gente
que llorar fue mentira...
¡ y me cerró las puertas !.

Se romperán mis dedos
buscando una respuesta
y no habrá nadie allí,
para besar mi sangre
y abrazar mi tristeza.

Me partiré … y al poco
volveré a tomar forma
de alguien que se completa.

Y volverá a su sitio
la equivocada paz
de perseguidos días.
Y empezará otro ciclo
de mentiras discretas.

- ¿ Ya vienes ? ¿ Ya estás ?
  ¿ Te ha costado el regreso ?
  ¿ Cómo está tu cabeza ?

- Apenas un dolor, inútil,
  que tropieza en los huecos
  de una muerte serena,
  que aún no me sustenta...

- ¡ Pues yo te veo bien, ¿ sabes ? !
  Mira, ahí está la puerta.
  Entra otra vez en casa …
  ¡ y comienza !

sábado, 25 de agosto de 2012

Ángeles caídos








Pasos agigantados de desidia, que escupe el aire por donde se pasean los desechos.

El humo se expande y abraza restos angustiosos de unas voces, que intentan resurgir de un lodo oscuro, burdo, insultante al salir de un mar de miedos y de nadas.

El resto de sus cuerpos está maltrecho y tan llagado como el alma que aún habita en él.

Escucha en la calle sus ruidos al compás de otros ruidos que conviven al lado de su trampa, una trampa de días olvidados y otros de recuerdos que se aplastan en medio de un corazón sin lágrimas, ni adioses.

Los ángeles abusan de sus alas para llevarse el suspiro de aquellos, que se duermen a su lado.

Son ángeles caídos esperando en rincones de calles desahuciadas.

Sus pasos son cansados y aburridos al caerse la  noche encima de su espalda, esa que va soportando la vida disipada y destruida en cada voz dormida entre su piel que se desnuda al alba.

Son ángeles caídos los que toman las calles, después de alguna vida que se escapa.

sábado, 18 de agosto de 2012

¡ Ay las palabras !












Me asaltan las palabras el borde de la boca, como si en ese acto mantuvieran su vida por más tiempo. Les sugiero despacio que no alarguen sus dedos más allá de mis labios para no pronunciarlas, pero son tan tozudas que se escpan y atrapan los rincones del aire que suspiro y resbalan por ellos para sallir deprisa. me oigo y no lo creo. Consiguiron su meta y ahora son tan libres que avanzan presurosas sin nigún tipo de miedo a posarse resueltas en labios de otras bocas y seguir su alegre parloteo. Las miro y no las veo, de lo veloz que pasan de boca a boca. cada vez que detiene un minuto su grandioso paseo, enmiendan una charla, detiene una lucha, encienden algún beso... Me dejan sin palabras mis palabras, pero aún así las quiero.

Foto: Juan Hernández Machado. 
Puerto de Alicante, con el Benacantil al fondo.